Rosal blanco, Vilma Raquel Fontana
No pertenece al hoy ni al aquí. Es distinto e irreconocible. Es como una foto antigua. Recuerda los caminos y las grandes casas. El tiempo retrocedió y lo entiende y le agrada. Es un viejo lugar.
El día es gris: ni de mañana ni de noche. Tiene tintes claros de café. La luna parece acercarse. El sol se pierde entre algodones naranja. Finas gotas de agua caen sobre las piedras de lo que parece ser un calle.
Las vías están empolvadas, como en remodelación. Pero no. Es su forma y no había como arreglarlas. Tampoco hay mucha luz. Los destellos provienen de velas encendidas que se perciben por las ventanas empañadas de las casas.
Ella no sabe cuanto ha retrocedió, pero se siente increiblemente contenta. La ausencia de las comodidades se respira. Pero no le importa. De hecho, la alegran aún más. El olor de la pequeña ciudad también lo delata. No hay autos. Hay carrozas. Las pocas mujeres que caminan no van solas. Ninguna lleva puesto un blue jean ni gafas, ni botas. No existen. Nadie las crea aún. Pero viven felices, aunque no pareciera. Así de feliz como está ella, pese a no ser su sitio, a estar invadido. Y le encanta.
Las diferencias no tienen fin. No hay ruido, no hay motores, ni risas, ni apuros ni mucha gente. Hay silencios, timidez, prudencia e hipocrecías que se esconden bajo pesadas vestimentas. Un estilo de vida que le parece desconocido, porque apenas llegó. Aún así está segura que ya pasó por ahí. Y se empieza a dar cuenta.
Su alrededor es confuso y confortable. Es seguro. La ciudad es diminuta pero no necesita más espacio. Así está bien.
El paisaje tiene pinos, bosque, tierra y su casa. Si, tiene una casa. Si era lo que imaginaba, su hogar estará por allá, junto a las rosas blancas. Claro, si es cierto debe existir el un rosal blanco.
Y las rosas están ahí. Nunca se fueron. La que se fue era ella. El lugar estaba intacto y perfecto como siempre lo fue.
¿Porqué lo dejó? ¿Porqué nunca se quedó ah,í si es donde le gusta vivir? Si ahí debe quedarse. ¿Quién la trasladó a otro tiempo?
Si, fue alguien, y sospecha quién. El mismo que lo dibujó todo lo que ahora vuelve a tener. Él tiene el poder y el placer de crear ese, y miles de escenarios. De ponerla donde él guste. De darle sentimientos, movimientos, instintos, deseos. Es su historia. Él escribe y ella solo está en su memoria.
Ella le suplica que no la saque de ahí. Le dice: Por favor escribe, continúa, y cuenta más historias sobre mi. Dilo todo, pero ya no me borres de aquí.
No pertenece al hoy ni al aquí. Es distinto e irreconocible. Es como una foto antigua. Recuerda los caminos y las grandes casas. El tiempo retrocedió y lo entiende y le agrada. Es un viejo lugar.
El día es gris: ni de mañana ni de noche. Tiene tintes claros de café. La luna parece acercarse. El sol se pierde entre algodones naranja. Finas gotas de agua caen sobre las piedras de lo que parece ser un calle.
Las vías están empolvadas, como en remodelación. Pero no. Es su forma y no había como arreglarlas. Tampoco hay mucha luz. Los destellos provienen de velas encendidas que se perciben por las ventanas empañadas de las casas.
Ella no sabe cuanto ha retrocedió, pero se siente increiblemente contenta. La ausencia de las comodidades se respira. Pero no le importa. De hecho, la alegran aún más. El olor de la pequeña ciudad también lo delata. No hay autos. Hay carrozas. Las pocas mujeres que caminan no van solas. Ninguna lleva puesto un blue jean ni gafas, ni botas. No existen. Nadie las crea aún. Pero viven felices, aunque no pareciera. Así de feliz como está ella, pese a no ser su sitio, a estar invadido. Y le encanta.
Las diferencias no tienen fin. No hay ruido, no hay motores, ni risas, ni apuros ni mucha gente. Hay silencios, timidez, prudencia e hipocrecías que se esconden bajo pesadas vestimentas. Un estilo de vida que le parece desconocido, porque apenas llegó. Aún así está segura que ya pasó por ahí. Y se empieza a dar cuenta.
Su alrededor es confuso y confortable. Es seguro. La ciudad es diminuta pero no necesita más espacio. Así está bien.
El paisaje tiene pinos, bosque, tierra y su casa. Si, tiene una casa. Si era lo que imaginaba, su hogar estará por allá, junto a las rosas blancas. Claro, si es cierto debe existir el un rosal blanco.
Y las rosas están ahí. Nunca se fueron. La que se fue era ella. El lugar estaba intacto y perfecto como siempre lo fue.
¿Porqué lo dejó? ¿Porqué nunca se quedó ah,í si es donde le gusta vivir? Si ahí debe quedarse. ¿Quién la trasladó a otro tiempo?
Si, fue alguien, y sospecha quién. El mismo que lo dibujó todo lo que ahora vuelve a tener. Él tiene el poder y el placer de crear ese, y miles de escenarios. De ponerla donde él guste. De darle sentimientos, movimientos, instintos, deseos. Es su historia. Él escribe y ella solo está en su memoria.
Ella le suplica que no la saque de ahí. Le dice: Por favor escribe, continúa, y cuenta más historias sobre mi. Dilo todo, pero ya no me borres de aquí.
Él dijo si.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario