Parecía el inicio de un documental. Primeros planos, sonidos naturales e imágenes con tonalidades blancas y grises, se fueron apareciendo en una rápida exposición. Acostumbrados a los bellos y coloridos paisajes de nuestro país, la película Impulso del director Mateo Herrera, le da desde el comienzo, un giro al cine nacional.
Acompañada de un excelente trabajo técnico en la composición fotográfica de cada una de las escenas, Jessica cambia de escenario -de la ciudad al campo-, pero no sucede lo mismo con su actitud. Esta es la misma no sólo en la película, sino en su actuación. Es casi inevitable recordar el comportamiento de Tristeza, una de las protagonistas de la película ecuatoriana Que tan lejos. Vallejo también representó ese papel.
Aquella Jessica metalera que se expresa con un lenguaje coloquial y lleno de informalidades, es una copia de la Tristeza que repite frases como "si cachas" o "esa man". Ambas casi no sonríen en la película, y su aspecto alivianado y natural, enlazan a los dos personajes. Tienen las mismas cualidades. Un comportamiento que bien podía ser utilizado para la realización de un documental.
Ante una composición escénica bien elaborada por parte del director -que también es fotógrafo-, las actuaciones deben formar parte del complemento de una película excelente. Escenas que provocan más de un susto, son una muestra de la evolución en la que se hace cine en nuestro país. Es posible utilizar un buen personaje, no como parte de un bonito paisaje, ni como narrador del realismo que prima en los documentales. Con calidad, es factible presentar un sencillo retrato de nuestra identidad y de la de nuestra gente.
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