jueves, 25 de junio de 2009

Curso de sobrevivencia en la selva: Periodistas todo terreno

Clase de pesca

El cambio de clima no fue la primera sensación drástica que se presentó. La selva de espeso verde y café, tampoco inundó la vista o el ambiente. Una recta línea horizontal formada por miles de árboles a lo lejos, fue la única señal que indicaba que habíamos atravesado la región del frío, para entrar al oriente.

La convocatoria para los alumnos de Periodismo de la Universidad de las Américas, para asistir al curso de supervivencia en selva y corresponsales de guerra, se cumplió. La Escuela de Iwias del ejército ecuatoriano, ubicado en la población de Shell, en la provincia de Pastaza, no era la primera vez que preparaba a estudiantes y profesionales, a enfrentarse a las adversidades de la selva.

Dadas las instrucciones básicas por parte del Teniente Carlos Trujillo, el encargado del curso, los estudiantes cumplieron la priemera orden: formar una columna. Una fila similar acompañada de otra orden, advirtió a los futuros periodistas, que tenían 20 minutos para bajar a la base, donde dormiríamos, para luego volver al cuartel. Subir y bajar 130 gradas para cumplir con la primera clase: realización de nudos para el salto. Luego de una escolofriante demostración, la mitad de los estudiantes se animaron a lanzarse al abismo.

Clase de obtención de agua

Con una intensa lluvia y luego de haber recibido la segunda clase sobre primeros auxilios en el aula Twitnza -donde todos aprendieron a inyectar y fueron inyectados-, bajaron las 130 gradas para descansar hasta las 04:00 del siguiente día. Un fuerte grito de mando puso de pie al numeroso grupo para subir al desayuno, ya con las nuevas maletas en los hombros.


Las siguientes clases estaban repartidas en estaciones. Aulas improvisadas en medio de la selva. Uniformados con los ponchos de agua, la mitad del grupo se sentó a recibir la clase de medicina natural, tal como lo dijo el shaman: la farmacia de la selva. Indicó como curar desde una herida con musgo, hasta prevenir enfermedades del corazón con flor de ishpingo. Los alumnos provaron chonta, coquitos, palmito, hojas de coca y hasta licor de hierbas servido en vasos de bambu.

Clase de medicina natural

A esa clase, le siguió la de realización de trampas para obtener alimento, la obtención de agua y de fuego, y la construcción y preparación de las formas más seguras para pasar la noche. Aquella clase útil para armar las hamacas toldos, que se convirtiera en la más valiosa para poder pasar la noche.

Interior de una hamaca toldo

En medio de un bosque casi obscuro, los 73 comunicadores armaron sus hamacas para pasar la noche a las 17:30. Pero los planes de la selva fueron otros: una intensa tormenta destruyó la mitad de las camas colgantes. Los empapados se refugiaron en una cabaña cercana para dormir en el suelo, esperando que la noche no los haga contar cada minuto.


Gucamayo azul

Las horas fueron eternas. Al despertar al otro día, y con las mochilas mojadas, se reflejó en los rostros de todos un único deseo: volver. Aún así, luego de aquella noche nos creíamos inmunes. Solo eso bastó para proclamar con justa razón que lo lograros, y que si aprendimos a sobrevivir.

La experiencia de una de las estudiantes




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2 comentarios:

Edgar Castro dijo...

hola como estan por favor cuando otro curso respodaneme a edgarc_salmista@hotmail.com gracias..

Anónimo dijo...

como hicieron para contactar con los Iwas, mas informacion porfavor

cha_save@hotmail.com

gracias